EL GLOBAL
La coparticipación del usuario en la prestación farmacéutica es el siguiente gran asunto en la agenda del Ministerio
En el acto de traspaso de carteras, la ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Carmen Montón, citó el copago farmacéutico por primera vez. Tras el Consejo de Ministros que anunció el inminente retorno a la universalidad en la asistencia, la pregunta que todo el mundo se hizo fue qué, o más bien cuándo, ocurrirá con la reforma farmacéutica. La respuesta podría resumirse en tres palabras: “Paso a paso”. O en otras tres: “Diálogo”, “Tiempo” y “Presupuesto”, lo que a juicio del nuevo equipo ministerial necesita esta otra pata del 16/2012.
A la par que los plazos para asegurar el derecho a la asistencia sanitaria universal, la reforma del copago ha perseguido a Montón durante toda una semana: en la toma de posesión de los altos cargos del Ministerio de Sanidad; en un foro organizado por el diario Levante-EMV, al cual se había comprometido a acudir antes de ser nombrada ministra de Sanidad; en el Pleno del Senado; con motivo de la reunión mantenida con una treintena de representantes de entidades de defensa del derecho a la asistencia sanitaria universal... La respuesta, en todos los casos siempre ha sido la misma. Habrá reforma del copago farmacéutico, sí, pero aún no se sabe ni cuándo, ni como.
Las tres palabras
“Tiempo”. Ha sido una de las cuestiones en las que más énfasis ha hecho mención la ministra en estos últimos días. Así se expresaba Montón en el Senado, en respuesta a una pregunta formulada por el grupo parlamentario de Podemos en el Senado, en la que se le interpelaba sobre si, además de devolver la universalidad del derecho a la salud en nuestro país, el Gobierno tenía previsto eliminar las trabas de acceso a los tratamientos médicos, como son los copagos, derogando el 16/2012. “Vengo de la experiencia en la Comunidad Valenciana, en la que tardamos seis meses en eliminar el copago. Por tanto, en el Gobierno central, con unos presupuestos que no son genuinamente nuestros, entenderá que el proceso va a ser un poco más costoso, pero con voluntad política lo vamos a conseguir porque lo que queremos es volver al origen, a Ernest Lluch, a entender que la salud es un derecho, un derecho universal y que hay que preservar la equidad y la calidad”.
“Diálogo”. La nueva ministra sabe a la perfección que reformar el copago farmacéutico no es tan ‘sencillo’, políticamente hablando, como devolver a la universalidad, porque si bien este último debate se plantea como una cuestión de blancos y negros, el copago farmacéutico es una cuestión de grises, que implica muchos matices. Entre ellos, que copago siempre ha existido; que la intención del PSOE no es eliminarlo, como tampoco lo es volver a la situación previa al año 2012, que por ejemplo no eximía a los parados del pago de los medicamentos.
La cuestión de qué copago farmacéutico sustituirá al actual está aún por decidir. A grandes rasgos, las posibilidades son dos: o volver a la fórmula anterior, incluyendo en ella todo lo que el PSOE considera más justo del nuevo copago; o mantener el actual modelo, retocándolo y eliminando lo que se considere más injusto. ¿Exención para todos los pensionistas? ¿Topes? ¿Para quiénes? ¿En función de cuántos tramos? No son las únicas preguntas que cabría formular. Si algo ha dejado claro el debate parlamentario en los últimos años es que, si bien la necesidad de abordar esta reforma es mayoritaria, está lejos de ser unánime o uniforme. Podría haber tantas posibles recetas como grupos en el Parlamento.
Muy vinculada con el diálogo está la tercera clave para la reforma del copago. “Presupuesto”. Esta vía no saldrá gratis. Las estimaciones apuntan a un coste de unos 400 millones de euros anuales. Las comunidades autónomas, por tanto, tendrán mucho que decir y Sanidad quiere asegurarse un punto en el que todos estén a gusto. Más allá, se podría abrir el debate de qué fórmula emplear para cubrir este coste. El propio presidente del Gobiero, Pedro Sánchez, reconoció durante una entrevista concedida a Televisión Española, que el Ejecutivo está echando cuentas antes de abrir este melón. Una de las vías posibles apuntan a centralizar las ayudas que las comunidades autónomas, como la valenciana, han destinado a determinados colectivos.
Decepción
La intención del Ministerio de retrasar la reforma del copago ha supuesto una cierta decepción para quienes esperaban una marcha atrás de similar inmediatez a la de la universalidad.
El Defensor del Pueblo o la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública han insistido en la necesidad de revisar el modelo para ampliar la protección de los colectivos vulnerables. María Concepción Palencia, senadora de Podemos, recordó a la ministra que “acabar con el copago farmacéutico con inmediatez”, además de ser “una obligación para un Gobierno social”, es ”un compromiso del pacto político y social por un Sistema Nacional de Salud público y universal” que algunos grupos, entre ellos el socialista, adquirieron con la sociedad civil. “Retrasar la derogación del copago, como usted ha dicho públicamente, es fallarles a ellos y a ellas, a la sociedad civil, que no se ha rendido y que siempre ha mostrado solidaridad y capacidad de lucha en las peores circunstancias”, añadió.