DIARIOFARMA
El gasto farmacéutico hospitalario ha registrado en los últimos años un crecimiento muy importante. Tanto, que ha llegado al 44,6% en solo cinco ejercicios, entre 2011 y 2016, mientras que el gasto a través de recetas ha sufrido una contracción del 11% en este mismo periodo. De este modo, el gasto farmacéutico total habría crecido un 4%, según un análisis realizado por Diariofarma.
Este importante incremento, de casi 2.000 millones de euros en cinco años se corresponde principalmente con dos aspectos de relevancia. Por un lado, el lanzamiento de múltiples innovaciones, muchas de ellas muy relevantes en el ámbito hospitalario, entre las que destacan los fármacos para la hepatitis C; y, por otro, la derivación de pacientes desde la oficina de farmacia al hospital para la retirada de su medicación con el objetivo de obtener ahorros financieros por el pago diferido de las facturas, principalmente. En este sentido, cabe destacar que la mayor parte del gasto hospitalario se debe a pacientes externos y ambulantes.
Por el contrario, el gasto en farmacia se ha visto muy afectado por el impacto de los cuatro reales decreto-ley que entre 2010 y 2012 se promulgaron y redujeron los precios de los medicamentos, incrementaron el copago farmacéutico y redujeron la demanda de medicamentos, dando como resultado una contracción, que aún se mantiene siete años después, que supone un 11% en comparación con 2011.
De este modo, en el periodo analizado el gasto a través de recetas ha pasado de suponer un 72,4% del gasto farmacéutico total a un 61,7%, lo que supone una reducción de su peso del 14,7%. Por el contrario, el gasto hospitalario creció su cuota en un 38,6% al pasar del 27,6% al 38,3%. Estas cifras corroboran la denuncia de “crecimiento anormal” realizada por FEFE en su último Observatorio del Medicamento.
Pero las variaciones no han sido iguales en todas las comunidades autónomas ni se observa una situación similar entre las distintas regiones. Cabe destacar que, en la actualidad hay comunidades autónomas que tienen un gasto en recetas que alcanza el 66,8% del total, como es el caso de Extremadura, mientras que en otras, como Baleares, el peso de la oficina de farmacia en el gasto total solo alcanza un 55,4%, once puntos menos.
La existencia de estas diferencias no son nuevas, sino que se han observado desde hace tiempo. La distancia de más de 10 puntos entre comunidades autónomas ya aparecía antes de la introducción de los medicamentos para la hepatitis C, en 2014. En este sentido, cabe recordar que Andalucía presentaba en 2014 un 68,1% de gasto en farmacia, mientras que en La Rioja solo alcanzaba el 58%.
De este modo, las comunidades en las que la farmacia comunitaria retiene un mayor porcentaje del gasto en medicamentos son Extremadura, Castilla-La Mancha, Andalucía, Canarias y Galicia. Por el contrario, las regiones en las que el peso de la farmacia hospitalaria es mayor son Baleares, La Rioja, Navarra y Madrid.
¿Correlación con el gasto per cápita?
Por último, cabe reseñar también que no se han encontrado correlaciones entre una mayor participación de la farmacia o el hospital en el gasto total en medicamentos y un gasto per cápita superior o inferior en las distintas regiones.
Con datos de 2016, la región con mayor proporción de gasto en oficina de farmacia fue Extremadura (66,8%) y también fue la que mayor gasto per cápita registró (428,8 euros). En el lado contrario, Baleares, la región que menos gasto per cápita tuvo en 2016 (309,1 euros) también fue la que menor participación de la farmacia comunitaria registró. No obstante, esta situación que podría hacer suponer la existencia de una correlación, se desbarata al analizar otras regiones. Andalucía ha sido la región que menos inversión en farmacia per cápita realizó (311,7 euros), siendo una de las que más proporción de su gasto farmacéutico tuvo lugar en las oficinas de farmacia (65,3%). Por el contrario, Madrid, con una cifra idéntica de gasto per cápita que Andalucía, se encuentra a la cola en peso de la oficina de farmacia en relación al gasto total (57,1%).
Por tanto, esas relaciones deben estar más dirigidas por cuestiones como la demografía, la cronicidad y envejecimiento que con aspectos concretos de ahorro por la dispensación de medicamentos en una estructura u otra.