Consumimos demasiados antibióticos

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Miércoles, 1 de febrero de 2017

LA VANGUARDIA

  • El 84,5% de los prescritos para faringitis en ocho comunidades autónomas eran totalmente innecesarios.

Es una realidad archiconocida que se toman muchos más antibióticos de los necesarios y que eso acabará mal, con cada vez más bacterias resistentes y con un escaso arsenal para atacar las infecciones que aún hoy son sencillas de controlar. Pero a pesar de lo que se conoce y se divulga, la realidad constatada en las consultas de 126 médicos de familia de ocho comunidades autónomas es que se sigue prescribiendo muy mal.

El 85,5% de los antibióticos recetados para faringitis y el 69,8% de los indicados para infecciones respiratorias de bronquios o pulmones eran del todo innecesarios. Es la grave conclusión a la que llega un estudio realizado por Instituto de Investigación de Asistencia Primaria (IDIAP) Jordi Gol. Su grupo dedicado a infecciones, que dirige Carles Llor, ha analizado pormenorizadamente cómo fueron tratados los pacientes mayores de 14 años que tenían faringitis o infección respiratoria de vías bajas (bronquitis, EPOC, neumonía) en esas 126 consultas de primaria durante quince días, entre enero y marzo del 2015. Analizaron 47 datos de cada caso que proporcionaban información relevante sobre la enfermedad.

El estudio lo ha realizado el Instituto de Investigación de Asistencia Primaria Jordi Gol

De los 1.012 enfermos con faringitis, casi la mitad (49,1%) fue tratado con antibiótico. Prácticamente ocurrió lo mismo con los 1.928 pacientes con infección respiratoria: el 49,9% se llevó una receta de antibiótico. Cotejaron los datos de todos ellos con lo que dicen las guías clínicas y realmente sólo tendría que haber recibido esta medicación el 7,6% de los que tenían faringitis y el 15,1% de los que tenían problemas de bronquios.

¿Por qué se hace mal? Entre las razones que se reconocen, se cita la presión de los propios pacientes para que le den algo más potente que el simple medicamento para aliviar los síntomas, el miedo a pillarse los dedos y que esa bronquitis acabe siendo una neumonía y por eso mismo un problema grave. También se citan realidades menos reconocidas, como que durante décadas las facultades de Medicina no han detallado qué hacer en estos casos leves en el CAP, donde no se cuenta con pruebas de imagen como en un hospital. “Los primeros estudios que ponen en cuestión el uso de la penicilina en las bronquitis y que demuestran que no influía en su curación son de los años 70”, apunta Carles Llor.

Casi la mitad de pacientes con faringitis o infección respiratoria se llevaron una receta de antibiótico aunque solo lo hubieran necesitado un 7.6 y un 15.1%

Pero estas cifras están muy por encima del uso incorrecto de antibióticos en Holanda o Suecia, donde se encuentra con facultades de Medicina semejantes. Ambos países, aunque líderes del mejor uso, se equivocan por exceso en un 50% de casos. Pero si en España hay 23 personas de cada mil tomando cada día antibiótico todo el año (una medida un poco rara, pero que permite comparar con más exactitud lo que se hace en otros lugares), en Holanda son 11: menos de la mitad.

¿Cómo han logrado mejorar? “Utilizan diversas pruebas para identificar infecciones. A nosotros nos bastaría con incorporar dos muy básicas para cambiar radicalmente el enorme uso indebido de antibióticos. Una de ellas, la Strep A, un frotis para la faringitis que tarda cinco minutos en dar el resultado, han empezado a incorporarla los pediatras, pero las consultas de médicos de familia de adultos no cuentan con ella”, explica Llor. Esa prueba identifica si esa faringitis se debe a un estreptococo del grupo A, una de sus causas frecuentes, y que sí es sensible al antibiótico. Si se le da, se cura, además de reducir síntomas y complicaciones. Para faringitis por otro tipo de gérmenes, el antibiótico no es eficaz. “Luego nos ahorraríamos una buena cantidad de medicamento administrado innecesariamente, lo que contribuye, caso a caso, al drama de la resistencia”.

La otra prueba básica es un análisis sobre una gota de sangre, la de la Proteína C reactiva. Este test tarda 3 minutos y permite predecir si la evolución de la infección respiratoria puede deberse a una bacteria y hay riesgo de neumonía. Y entonces sí que hace falta el antibiótico. “Aunque en origen sean víricas”, aclara el investigador. Esta prueba no está disponible en ningún centro de primaria. Sí, en cambio, en los países con mejores datos.

Los autores del estudio, publicado en la revista Atención Primaria, indican que si los médicos de familia hubiesen usado esas pruebas rápidas y hubieran seguido las directrices de las guías clínicas, se habrían ahorrado 420 casos de faringitis tratados con antibióticos y 672 en pacientes respiratorios.

Si se hubiesen usado pruebas rápidas de diagnóstico y se hubieran seguido las guías clínicas, se habrían ahorrado más de 1.000 tratamientos con antibióticos

“A las cifras de exceso de prescripción que hemos podido investigar en las consultas de la sanidad pública hay que añadir las de la privada y, sobre todo, de los dentistas, que se suele calcular que suma un 30% más, así que en lugar de 23 personas de cada mil tomando antibiótico a diario deberíamos hablar de unas 29. Estamos aún peor”.

Las sociedades españolas de Enfermedades Infecciosas y Microbiología (Seimc) y la de Medicina Preventiva (Sempsph) han elaborado un documento conjunto para luchar contra las resistencias bacterianas. La principal vía para este combate es usar lo más adecuadamente posible los antibióticos, pero también evitar mejor las infecciones: “también el cumplimiento de la higiene de manos es inferior al 50%”, denuncian las sociedades.

Las resistencias de los antibióticos forman parte de su historia natural. Todos acabarán topando con una bacteria resistente, es cuestión de tiempo. Pero el plazo se acelera de forma angustiosa, sobre todo en los hospitales. “El caso más visible es el de las infecciones de orina, ya resistentes a la amoxicilina ácido clavulánico”, uno de los fármacos más comúnmente utilizados para muchas infecciones. “Ahora tenemos que usar otros de espectro más reducido pero que generan menos resistencias.”, explica Carles Llor.

Se calcula que en España fallecen 2.500 personas por esas resistencias cada año.